Las elecciones en Brasil tendrán lugar el 5 de octubre. Foto: AFP.
La próxima elección presidencial en Brasil está en manos de gente como Fabiana Duarte, pero ella todavía no decide
qué hacer con su voto.
Esta abogada carioca de 28 años, hija de un obrero y de una costurera, es hoy parte de la nueva clase media brasileña, que en los últimos 11 años, gracias a las políticas de inclusión social de las administraciones del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), incorporó a 40 millones de personas al sacarlas de la pobreza. Empleada de una escribanía de Copacabana, Duarte se casó hace un año con André Correa, funcionario de la Alcaldía.
Alquilan un departamento en el barrio de São Cristóvão, en Río de Janeiro, y, gracias a un crédito, compraron un auto que utilizan los fines de semana para ir a visitar a los padres de ella, en el suburbio norteño de Nova Iguaçu.
“Soy consciente de que las oportunidades que yo tuve, de estudiar y de mejorar mi nivel de vida, fueron posibles porque mi familia tuvo ayuda del gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva primero y luego del de Dilma Rousseff. Pero hoy siento que estamos estancados como país, con servicios públicos cada vez peores; cada vez más endeudados con mi marido y sin perspectivas de mejorar. Quiero un cambio, pero aún no sé por quién voy a votar”, confesó Duarte al diario La Nación.
Ella integra el sector emergente de la también llamada clase C, que hoy representa al 56% del electorado brasileño.
La mayor parte de los días, Duarte se siente inspirada por las propuestas de transformación de la ecologista Marina Silva, candidata del Partido Socialista Brasileño (PSB).
Admira la singular historia de vida y de superación constante de esta mujer salida de la Amazonía, hija de recolectores de caucho, analfabeta hasta los 16 años y cuyo primer trabajo fue de empleada doméstica.
Recuerda a su padre, inmigrante del nordestino estado de Ceará, quien también aprendió a leer y a escribir ya de adulto, y pedía limosna en la rambla de Copacabana cuando llegó a Río de Janeiro.
Pero teme que con Silva, que no posee experiencia ejecutiva ni una gran estructura política propia, las conquistas sociales alcanzadas hasta ahora en Brasil se desmoronen.
“Con Dilma ya sabemos qué esperar. Mis padres votarán por ella, sin dudas. Pero yo no sé qué hacer. Aécio Neves (candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña) gobierna pensando en los sectores más ricos, y Marina es una incógnita, está apoyada por banqueros, pero viene de la más extrema pobreza y fue militante del PT. Tal vez sea tiempo de darle una oportunidad”, apunta y expresa así la volatilidad que por estos días caracteriza el ambiente político en Brasil, sobre todo el de la nueva clase media.
Según cifras de la encuestadora Datafolha, Neves obtiene la mayor parte de sus votos en las clases A y B; el apoyo mayoritario de Rousseff, en cambio, está en las clases más bajas, D y E. Silva tenía hasta hace pocas semanas una clara ventaja frente a Rousseff en la clase C (38% vs. 33%). Pero hoy lleva una desventaja de al menos 13 puntos con la actual Mandataria.
En un último sondeo divulgado el viernes 26, por el instituto privado Datafolha, la presidenta Rousseff obtiene un 40% de las intenciones de voto para la primera vuelta de los comicios, que se celebrarán el domingo 5 de octubre. Por Marina Silva, en cambio, votaría hoy el 27% de los electores.
“Es sobre todo en el segmento de personas que ganan entre dos y cinco salarios mínimos (1 448 y 3 620 reales, unos 610 y 1 525 dólares), la ‘nueva’ clase media, donde se ven más cuestionamientos. Es gente que accedió a bienes de consumo y servicios a través de créditos, pero también mejoró su educación y su nivel de exigencia, sobre todo en lo que respecta a las fallas en los servicios públicos -salud, educación, transporte-, el aumento de la inflación y la corrupción”, comentó Mauro Paulino, director de Datafolha.
Con él concuerda Renato Meirelles, director del Instituto Data Popular, especializado en el estudio de la nueva clase media, que hoy equivale a 110 de los 202 millones de habitantes del país.
Para Meirelles, especialmente los jóvenes de la nueva clase media -que en grandes números salieron a las calles con otros integrantes de la clase media tradicional durante las protestas de junio del 2013, en contra de los gastos por el Mundial de fútbol y en reclamo de mejores servicios públicos- son quienes están impulsando el deseo de cambio y se inclinan por la ecologista Silva.
“Los más viejos son más fieles al PT y a los beneficios que alcanzaron gracias a su gobierno. Los más jóvenes no tienen esa memoria afectivo-histórica”, destaca el experto.