La familia Galarza se reunió en Santo Domingo después de 35 años. Foto: Juan Carlos Pérez / EL COMERCIO
Las redes sociales servían de espacio para sus encuentros. Se etiquetaban fotos y chateaban para seguir sus huellas, desde los cuatro países en donde residen. Pero a la familia Galarza Párraga le faltaba acercamiento físico con sus seres queridos.
Desde hace 35 años, varios de los siete hermanos y sus padres no se abrazaban ni sabían lo que era estrecharse las manos, debido a que sus ocupaciones en Francia, Italia, Estados Unidos y Ecuador no se lo permitían.
El 16 de agosto del 2014 en Santo Domingo de los Tsáchilas, en el occidente de Ecuador, se reencontraron con nuevos logros y largas experiencias que aquella noche no alcanzaron a contar.
Fue un emotivo encuentro al que denominaron la Fiesta Blanca, “para reflejar paz y pureza”. En el Hotel del Toachi todos vistieron de blanco, excepto sus padres, Pedro Galarza y Ángela Párraga, que lucieron ropa celeste y turquesa.
En el grupo, ellos no solo resaltaban por el color de su indumentaria, sino por los 57 años de su matrimonio.
Se tomaron fotos junto con sus hijos y añoraban cuando de pequeños correteaban en la casa. El doble festejo emocionó a los hermanos que no pudieron contener sus lágrimas. Paola vive en Italia, Cecilia en Francia, Emilio, Mercedes y Maribel en Estados Unidos, mientras que María y Santa en Ecuador. Migraron con la intención de buscar mejores días para sus familias.
Según el psicólogo psicoterapeuta César Callaveral, este tipo de encuentros fortalecen los lazos familiares e influyen afectivamente en sus miembros. “Se sienten más unidos, protegidos y con la sensación de que están para apoyarse en todo aspecto”.
Pedro Galarza y Ángela Párraga celebraron 57 años de matrimonio junto a toda la familia. Foto: Juan Carlos Pérez
En Santo Domingo no hay una cifra de cuántos de sus migrantes viven en el exterior. Pero en el 2013, la Coordinadora del Migrante auscultó el caso de 60 familias que retornaron a la provincia tsáchila luego de permanecer entre 15 y 20 años en España, Chile y Colombia.
En la familia Galarza Párraga, Mercedes siempre estuvo al frente de las gestiones para un reencuentro. Tuvo la idea de que fuera en una fiesta. A ella le tomó un año prepararla. “Nos organizamos para hacerla en agosto, porque en Europa y Estados Unidos hay vacaciones y era la mejor temporada para viajar”.
Los hermanos regresaban cada cierto tiempo a Ecuador, pero nunca se juntaban todos. Maribel Galarza, la menor de los hermanos, dice que el reencuentro no se concretaba porque hacían trámites para regularizar sus documentos.
Lo que más añoraban era estar junto a sus padres.
Por ello, el momento de anunciar los 57 años de matrimonio de sus progenitores tuvo un matiz muy especial.
Sus hijos acomodaron un pequeño altar en el escenario y desarrollaron una ceremonia simbólica, para que ellos renovaran sus votos. Hubo intercambio de anillos.
El espacio para los recuerdos llegó cuando se proyectó un video con fotos de los hermanos en su infancia. Mientras la cinta rodaba hubo risas y sollozos. Pero el padre Pedro Galarza quiso que el reencuentro no solo fuera tristeza sino alegría.
Foto: Juan Carlos Pérez / EL COMERCIO
Cantó a capela una canción para su esposa y lo mismo hizo su hija Paola. Mercedes afirma que esta fue una buena oportunidad para festejar a sus padres ya que cuando cumplieron 50 años de casados no pudieron celebrarlo. La familia vive en la Cooperativa 30 de Julio, el lugar que los acogió en 1963, cuando se afincaron en Santo Domingo de los Tsáchilas. Pedro Galarza y Ángela Párraga son oriundos de Portoviejo. Salieron de esa ciudad debido a la sequía que en esa época azotó a Manabí.
Mercedes viajó a Estados Unidos y después de dos semanas lo hicieron sus cuatro hermanos a sus destinos. Sus progenitores ahora esperan un encuentro de toda la familia. La idea es que se reencuentren hijos, esposas, esposos, nietos y primos, que también viven en el exterior.