Estudiantes universitarios asisten al comienzo de una huelga de cinco días en la Universidad de Hong Kong (China) hoy, lunes 22 de septiembre de 2014. Foto: EFE
Los estudiantes de Hong Kong volvieron a hacer huelga, por primera vez desde los años 60, iniciando una nueva fase de la campaña de desobediencia civil para persuadir a Pekín de mantener sus promesas sobre el sufragio universal en la excolonia británica.
Miles de estudiantes universitarios de Hong Kong decidieron boicotear las clases durante una semana, apoyados por cientos de profesores e investigadores, después de que Pekín decepcionó las esperanzas de una elección libre y democrática del jefe del ejecutivo hongkonés.
Pekín vetó la libre candidatura de los aspirantes al principal cargo político del territorio. Sólo un máximo de “dos o tres candidatos” serán admitidos, y seleccionados por un Comité electoral de 1.400 personas, elegido a su vez por Pekín.
Martin Lee, uno de los líderes históricos del movimiento prodemocracia en Hong Kong, definió la propuesta del gobierno central como “autorizar a los hongkoneses a elegir entre un mango, una banana o un ananá podrido” . Una vez terminada la huelga estudiantil, será el turno de Occupy Central, que quiere organizar una sentada en el barrio de negocios de Hong Kong para pedir plena democracia en la región, una iniciativa que está encontrando la firma oposición de la policía y de un grupo progubernamental llamado Anti-Occupy Central.
Entretanto, Pekín albergó hoy un grupo de 70 empresarios e industriales pertenecientes a la élite de negocios de Hong Kong, para buscar su apoyo a las reformas electorales propuestas: una nueva señal de la creciente distancia entre el gobierno central, la élite de Hong Kong y su población.
Según los últimos sondeos, el 53 por ciento de la población local quiere que el parlamento de Hong Kong rechace la propuesta de Pekín, y sólo el 28 por ciento parece dispuesto a aceptarlas.
La polarización en la ex colonia británica alcanzó sus máximos niveles históricos. Entre los más decididos a seguir la batalla por una “verdadera democracia” están cada vez más los jóvenes, algunos de los cuales ni siquiera habían nacido en la época colonial, concluida en 1997.
El líder de los estudiantes es Joshua Wong, de 17 años, que hace dos años había asumido un papel de punta en la campaña contra la Educación Patriótica, que Pekín quería imponer en todas las escuelas primarias y medias de Hong Kong.
La oposición a la Educación Patriótica resultó tan fuerte y sentida que Pekín decidió abandonar temporalmente el proyecto.
Pero convencer al Partido Comunista de aceptar un verdadero sufragio universal en Hong Kong parece algo muy distinto.