El traje indígena completo para una mujer del pueblo Otavalo cuesta entre USD 120 y 1 500.
“Todo depende de la calidad de los materiales y el acabado de las prendas de vestir”, explica Gladys Oyagata, propietaria de Bordados Gladys.
Esta es una de las 30 boutiques especializadas en ropa para las mujeres kichwas que hay en esta ciudad de Imbabura, según el registro del Municipio.
Magda Restrepo, directora de la Escuela de Diseño de Vestuario de la Universidad Católica, sede Ibarra, comenta que esta urbe es una de las pocas del país con almacenes que ofrece estos productos de la denominada categoría étnica.
Ese es el nombre con el que la industria de la moda designa a los elementos con componentes de otras culturas.
Los hilos de colores bordados sobre las blusas blancas resaltan en los maniquíes de este tipo de tiendas, dispuestos en las calles del centro de Otavalo.
En el local Bordados Gladys, que funciona desde hace cuatro años en la calle Abdón Calderón,se exhiben también telas rectangulares, denominadas anacos, que usan las mujeres a manera de faldas.
También hay pañuelos grandes o fachalinas, que se colocan sobre los hombros o llevan en sus manos en los días calurosos
“Los ternos más caros incluyen anacos y fachalinas de casimir importado de hasta 200 dólares y blusas bordadas a mano de 150”, asegura Oyagata. “A ello se suman complementos como aretes y collares de oro y manillas de coral. Este último cuesta 500 dólares”.
Se trata de prendas elegantes que las damas usan en fiestas u ocasiones especiales. El resto del tiempo prefieren una indumentaria más económica.
Bordados Ñusta (Reina, en quichua) es otra boutique, que desde hace una década oferta ropa tradicional. Ana Arellano confecciona y borda blusas en una máquina de coser.
Comenta que comercializa entre 5 y 10 prendas de vestir a la semana. Y que entre sus compradores no solo están indígenas. También hay turistas nacionales y extranjeros.
La mayoría de tiendas de ropa étnica están orientadas a las mujeres. Prácticamente no hay boutiques parecidas para hombres en el Valle del Amanecer.
Oyagata explica que las indígenas son más apegadas a la tradición en su pueblo. Pero aclara que los varones usan un sombrero de paño obscuro, el poncho azul y el pantalón, camisa y alpargatas blancas, pero solo en días de fiesta. “Es más cómodo. No pueden lucir todos los días pantalón blanco por las diferentes actividades que realizan”.
Según Restrepo, mientras los Otavalo están dejando de lado el uso cotidiano de este tipo de vestuario, hay una creciente tendencia a escala nacional de usar prendas con elementos andinos. “Eso responde a una novedad impuesta por varios personajes públicos del país”.
En el Museo Otavalango se resalta que antiguamente los nativos de la región confeccionaban la tela de lana de oveja para elaborar sus vestimentas.
En los últimos años ha evolucionado la calidad de la tela, el diseño y la confección de la ropa indígena de las otavaleñas.
Incluso se han trabajado colecciones que han subido a las pasarelas. Este es el caso de Vanidad Andina, que presentó el año anterior la diseñadora Andrea Bonilla, en Ibarra.
Mientras que en Otavalo son famosos los trabajos de la diseñadora indígena Sisa Morales.
Ella reemplazó la tela de dacrón por la denominada papelina, similar a la seda, para la elaboración de blusas.
Muchas de estas prendas que se venden en Otavalo son elaboradas por artesanas indígenas de Cotacachi e Ibarra.