En la ciudad, hay más de 700 000 predios. Según la Secretaría de Territorio, el 73% de edificaciones es irregular. Foto: Patricio Terán/El Comercio
Estructuras heterogéneas, casas en forma de caja, edificios sin espacios verdes, viviendas con varillas que sobresalen de los techos y edificaciones patrimoniales conforman el paisaje de Quito. Un panorama que está en la lista de intervenciones en los planes de desarrollo y ordenamiento territorial que elabora el Municipio.
Para que Quito se convierta en una capital de 41 km de longitud, con estructuras de diferentes formas e incluso, por algunos, calificada como una ciudad gris, hay un camino recorrido desde la Colonia hasta la fecha. Es el resultado de, entre otras, cuatro causas: falta de planificación y recursos, irrespeto a las normativas, y priorizar el que la gente tenga casa, sin contemplar el lugar y la calidad de esta.
El plan que elabora el Municipio y que apunta el secretario metropolitano de Territorio Hábitat y Vivienda, Alberto Rosero debe ser entregado en el 2015, tiene su antecedente. En la ciudad, el primer programa de ordenamiento se oficializó en la década del 40, de manos de Jones Odriozola. Definía aportes en cuanto a la valoración del lugar, a pensar la ciudad desde las condiciones naturales de su emplazamiento, a la búsqueda de códigos o imágenes de identidad.
Sin embargo, la urbe creció en función de los recursos y procesos históricos como la migración de personas de provincia. El sur, por ejemplo, recuerda el arquitecto Guido Díaz, se consolidó como un sitio para la clase obrera y se realizaron edificaciones con bajos recursos. Para él, uno de los sitios considerados como uno de los últimos ejemplos de “buena calidad” es la Villa Flora y, más adelante, Quitumbe.
En la época colonial, la forma de las construcciones era explicita, a nadie se le hubiera ocurrido romper con las estructuras sin retiro, con paredes anchas y con ventanales pequeños, describe el cronista de la ciudad, Alfonso Ortiz. Esa estructura uniforme se empezó a quebrantar con la aparición del hormigón. En los primeros lustros del siglo XX. Sin embargo, hasta 1940 aún se construía con adobe o ladrillo y con argamasa de cal y arena.
Para 1960-1970, explica Ortiz, las construcciones estaban en manos de ingenieros y los resultados, en muchos casos, fueron “cajas”. En ese grupo se encuentran edificaciones de la avenida 10 de Agosto (7 km). Desde los 70 ya hay un consistente número de arquitectos.
Este eje es uno de los primeros que están en la lista de intervenciones. Rosero comenta que no será un trabajo fácil y hay que mantener conversaciones con los propietarios de los inmuebles.
En los planes se suman mayores exigencias a las inmobiliarias, como la adecuación de espacios públicos en los proyectos. Una estrategia sería permitir que edificaciones ya existentes crezcan en altura, pero con espacios para la comunidad.
En el 2013, según datos de la Cámara de la Industria de la Construcción, hubo unos 600 proyectos inmobiliarios.
Sin embargo, hablar de una edificación bonita o fea resulta subjetivo. Díaz explica que la arquitectura no concibe mejor o peor. Pero “lo muy heterogéneo está asociado a un paisaje de mala calidad”.
En el Distrito, no hay normativas que establezcan la forma que debe tener una construcción, sino los parámetros estructurales y de uso de suelo. En la zona especial La Mariscal, por ejemplo, el límite actual es de 10 pisos y en espacios como la 12 de Octubre, hay proyectos de 12 plantas. Se establece también las dimensiones de los retiros delanteros y traseros, etc.
En esta zona, conviven las estructuras patrimoniales y las modernas. En sitios como la Lizardo García, uno de los 190 bienes inventariados está junto a un predio de dos pisos, adaptados para centro de diversión.
Rosero apunta que hay alrededor de 14 trámites que la ciudadanía debe seguir antes de presentar los planos, luego recibir el certificado de conformidad y la licencia de construcción en la administración zonal. Desde octubre del 2013 hasta finales de agosto se presentaron 4 600 planos y de estos se han aprobado unos 3 200.
El paisaje de Quito, en relación a otras capitales de la región, no tiene tantas desventajas. Díaz menciona que Lima, Bogotá y Buenos Aires tienen centros que se muestran ordenados, con atractivos y en los alrededores, las imágenes se repiten. En la ciudad, referentes de esa expansión son la Lucha de los Pobres, en el sur y el Comité del Pueblo, en el norte.
Pero, Quito es una ciudad hecha, con más de 700 000 predios catastrados, como apunta Ortiz, resultado de los procesos históricos y de las normativas municipales, las que deben tender a ser más rigurosas.