La Silla Vacía

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EGO versus ECO: una nueva actitud sobre el cambio climático y el caso 'Playas'

Me apareció atractivo el título porque resume la esencia de una propuesta que el mundo debate, pero que no hay respuestas oportunas y eficaces, especialmente de las potencias más desarrolladas. La razón principal es obvia: prevalece el egoísmo (EGO) sobre la vida (ECO), la naturaleza, la ecología y el entorno. El caso de General Villamil, Playas: una voz de alerta.

Un antecedente: Albert Arnold Gore, Jr. –conocido en el mundo como Al Gore- ex vicepresidente de Estados Unidos, publicó en el 2006 el libro ‘Una verdad incomoda’. Allí se retrata uno de los problemas más importantes de la humanidad. Al año siguiente, en 2007, obtuvo el Premio Nobel de la Paz, por sus contribuciones contra el cambio climático (antes denominado calentamiento global), y también el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional. El libro mencionado fue llevado al cine, y el documental ganó el Óscar.

Vulnerabilidad

Algunos indicios sobre el cambio climático -documentados en fotografías satelitales, videos y artículos científicos- delatan que las acciones realizadas por los seres humanos contra la naturaleza son irreversibles. Una de las más afectadas es la atmósfera, considerada la más vulnerable de la tierra, porque es muy fina como una capa de barniz, por obra de la contaminación del aire necesario para la supervivencia de la vida.

Las consecuencias de este problema global –que no han sido detenidas por razones políticas y económicas- son preocupantes. Una de la ellas –tal vez la más grave- es el déficit de agua dulce, mientras aumenta la población mundial, la desertificación, las inundaciones por aumento de evaporación de los océanos; las sequías, el deshielo de los glaciares en las altas montañas y los polos, y el progresivo aumento de huracanes, tifones y tornados.

Alertas y disensos

Las alertas están dadas: el Ártico se derrite, la primavera llega antes y el otoño se retrasa, están cambiando las corrientes oceánicas, con influencia en los climas del mundo, en tanto los animales marinos y las aves migratorias modifican sus comportamientos. Y la crisis de alimentos ya no es una amenaza. Pero hay también opiniones discrepantes, de científicos asimismo calificados, quienes consideran que el cambio climático es todavía una teoría y no un hecho. Sin embargo, el protocolo de Kioto no fue ratificado por Estados Unidos y Australia. Y las emisiones de CO2 continúan sin control.

Nadie queda fuera

Hay que reconocer un hecho incontrovertible: el progreso humano ha sido significativo, en los cuatro puntos cardinales del planeta. No obstante, aunque la lucha contra el hambre y la pobreza no se han superado –sobre todo sus causas estructurales- el costo global de este progreso, supuestamente ilimitado, ha sido el daño a la naturaleza. El ambiente se destruye, y los Estados no logran ponerse de acuerdo para frenar la sobre explotación de los recursos naturales.

Una sentencia es unánime: ‘El ser humano no solo ha actuado sin conciencia frente a los riesgos a que se expone el planeta en pro de la prosperidad económica, sino que sus actividades amenazan la capacidad de la tierra para sostener a las futuras generaciones. Lo peor de todo es que el daño es a gran escala: no hay que país que se quede fuera de la catástrofe’. En otras palabras, el ego (la egolatría, el egocentrismo, el egoísmo) está en abierta lucha contra la eco (la ecología, el medio ambiente, la tierra, que es nuestra casa, sinónimo de vida).

¿Se puede cambiar algo?

Es posible defender la vida no solo en los espacios académicos o de investigación, sino en tres escenarios claves: la familia, la escuela y las ciudades. No olvidemos que la familia es un sistema donde se forman personas. Asimismo, la educación y el mundo urbano ofrecen extraordinarias oportunidades para el desarrollo integral sustentable.
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No se saca nada con insistir en que va a desaparecer el mundo, a causa del deshielo de los polos, el aumento de los niveles del mar, la destrucción de las ciudades costeras y el efecto invernadero. Desde la familia, la educación y la ciudad se pueden construir la nueva conciencia planetaria. Para ello hay que comenzar en los propios hogares, mediante la organización de la basura y el reciclaje; la dosificación del agua, la no contaminación del ambiente, los ríos, las lagunas y los mares, con un turismo social responsable, que convierta a cada ciudadano en un agente transformador y no en un repetidor de prácticas contaminantes.

General Villamil: una voz de alerta

En primer lugar, hay que conjugar y vivir mejor el ‘nosotros’, antes que el ‘ego’ que particulariza y genera islas. Y ese es el papel de la educación. La ecología es el resultado de millones de voluntades, y es social y natural por excelencia. No dejemos, por lo tanto, que solo los políticos y los economistas traten estos temas que nos conciernen a todos los ciudadanos.

Lo que sucede en General Villamil, Playas, provincia del Guayas, sobre la contaminación del océano por las aguas servidas, concierne a todo el Ecuador. Es urgente que se propague una voz de alerta para revisar toda la costa ecuatoriana y las ciudades que lindan con el mar. Habrá, sin duda, muchas sorpresas. Porque es tiempo que la ecología y la prevención se impongan sobre el egoísmo insano, y que los responsables de esta contaminación -por acciones u omisiones- sean sancionados.

¿La egolatría o la ecología?, es la pregunta.