Este 17 de octubre pasará a la historia: la crisis del fútbol tomó un nuevo cuerpo, con Deportivo Quito sancionado, su dirigencia auto-descabezada y sus jugadores buscando, infructuosamente, detener la fecha completa para decretar una gran huelga. ¿Esto será el principio del fin, el primero paso en serio para el colapso total? Quién sabe. Pero es necesario realizar algunas reflexiones.
1. ¿La idea era tumbar el Canal del Fútbol?
Las teorías conspirativas no me gustan, pero es muy sospechoso que en poco tiempo tres de los paladines de la liga profesional hayan caído. Esteban Paz, suspendido. Mario Canessa, un serio aspirante a presidir la Ecuafútbol, será castigado. Y ahora Santiago Ribadeneira se quedó fuera del Quito, en una maniobra que genera dudas, con dirigentes no identificados que ofrecían plata a cambio de la salida del dirigente. Raro, rarísimo.
2. Ribadeneira y las auditorías
El fracaso de Ribadeneira se debe a varias razones: el bulto de la deuda real era demasiado, no encontró gente con dinero que lo ayudara y sus planes rayaron en lo exótico. ¿Conjuntos inmobiliarios que convivan con la cancha de entrenamiento? Inviable. Lo malo es que tampoco impulsó algo clave para encontrar a los responsables de esta tragedia grecolatina: auditorías para revelar a quiénes permitieron que el club se quedara sin jugadores, elevara tanto en gasto corriente, se ‘olvidara’ de pagar el agua y los impuestos y demás aristas. Si el Quito desaparece, los culpables nunca pagarán.
3. ¿Es mejor descender?
Quizás sea lo mejor caer a la B y empezar de nuevo. Eso de estar cada viernes pasando el sombrero para salvarse o de estar rogando prórrogas y prórrogas ya no tiene sentido. Es evidente que no hay ni habrá recursos para la salvación. El Quito está en quiebra, punto. Quizás bajar de categoría ayude a encontrar un equilibrio, a ser realistas, a ganarse desde abajo el derecho de crecer. El problema es que existe un hoyo negro financiero y quizás estemos más bien presenciando la agonía de un desahuciado. Toca hacer como en los hospitales, esperar a que muera o que San Gabriel haga el milagro.
4. Cómo queda Luis Chiriboga
El presidente de la FEF, forjado en el Quito, está pagando el precio de quedarse tanto tiempo en el cargo. Pudo irse antes con la gloria de los mundiales, pero ha preferido extender su mandato y puede ser que cargue con la vergüenza de que su propio club se extinguió durante su mandato en la FEF. Los pecados de la entidad son muchos, pero uno ha sido esa laxitud con los chullas, que siempre encontraban a última hora una vía de escape. Tarde o temprano se agotaría ese método de supervivencia. No es justo decir que la crisis del Quito y de los clubes en general es culpa de la FEF, pero hay una dosis de responsabilidad de la entidad que no asume las reglas y que dirige con ‘corazón de madre’. La frase “No hay crisis en el fútbol ecuatoriano” perseguirá para siempre a Chiriboga: tres meses después de pronunciada, el Quito se cae a pedazos. ¿No que no?
5. El sindicato se desubicó en el Atahualpa
Los jugadores del Quito cometieron un craso error al intentar detener por la fuerza el partido entre Católica y Liga de Loja, con los líderes sindicalistas aupándolos. No tenían derecho a usar la fuerza y quejarse de la protección que le dio la Policía al partido es absurdo. También lo es ponerse en campaña en contra de sus colegas diciendo que #despuéstepasaráati y mensajes parecidos. También hay clubes y dirigentes –muy pocos- que lo han hecho bien y no merecen estar en esta colada. Los jugadores deben entender que, después de todo, el fútbol profesional es privado y la quiebra es una probabilidad. Hay que cambiar la estructura del fútbol y las medidas de presión son legítimas para lograrlo si se enmarcan en la legalidad, pero pedir que todos los clubes sean iguales y que el mercado siempre se comporte de la misma manera es irracional, más aún con connatos de violencia. Cada club tiene su realidad.
6. Hurtado ha fallado
Iván Hurtado no debería seguir presidiendo el gremio. Luce quemado y los jugadores confían más en Edwin Tenorio. ¡Cuánto daño le hizo el chiste del partido de despedida! Tenorio ha demostrado más poder de acción. Su frase “si el Quito juega es porque la FEF lo permitió” prácticamente puso en problemas a la entidad, que sancionó al club. Hurtado no demuestra la misma seguridad como dirigente que en su época de jugador. Fue penoso verlo pulular en el Atahualpa, sin lograr la suspensión del partido.
7. ¿Y los demás?
Lo del Quito puede ser la mecha que incendie todo el sistema y que acabe con los demás clubes con deudas y problemas de pago, tanto de la Serie A y de la Serie B. Solo alguien con mucho dinero –el Estado, obvio- puede detener esta inminente bomba de tiempo. Pero el Gobierno ha tenido un papel anodino en esta crisis. Los controles han sido escasos y las autoridades creyeron que con mandar inspectores y cámaras de TV lo solucionaban. El Gobierno nunca entendió el problema porque no entendió el mecanismo del balompié, aunque el Ministro del ramo era un exfutbolista. Rodrigo Paz hace cinco años dijo que el sistema tributario era asfixiante y no adecuado para el desarrollo del fútbol y previno al Gobierno. No le hicieron caso y ahora vemos sellos del SRI en los clubes . Con el petróleo a la baja, quizás no exista dinero para salvarlos a todos.