La Silla Vacía

La Silla Vacía

Disquisiciones sobre la era digital en ciernes

Empleados de Apple le muestran el nuevo iPad Air en Londres. Foto: EFE

Empleados de Apple le muestran el nuevo iPad Air en Londres. Foto: EFE

259878259510517021712630304237649624529789204173537738098360628… No siga, por favor, porque he puesto en línea los números que yo utilizo todos los días para digitar en una computadora, para llamar por teléfono, para identificarme, para ingresar a un edificio, para sacar dinero de un cajero automático… ¡Estamos en la era de los códigos! ¡El mundo digital ha llegado!

Empleados de Apple muestran el iPad Air en Londres. Foto: EFE

Los códigos –números, letras, barras- están en el orden del día. Prácticamente nos persiguen en todo lugar, en todo escenario sea cotidiano o formal. La cédula de identidad, por ejemplo, es un número indispensable para realizar una gestión, para matricularse, para viajar, para casarse, divorciarse e incluso para morirse.

Pero no todo queda en la cédula porque existen números para todo: la matrícula y placa de su vehículo, las cuentas bancarias, las claves de los correos electrónicos, los nombres de usuario, los números de cheques, los números de las tarjetas de crédito, las medidas de su vista y sordera, de sus zapatos, medias y otros enseres… que ¡antes fueron analógicos y ahora son digitales!

¿Democracia digital o sociedad totalitaria?

Da pena sentirse un número, ¿verdad? Pero no hay alternativa: el avance de la ciencia y la tecnología, la necesidad de realizar intercambios de bienes y servicios, y sobre todo de comunicarnos de manera ágil y barata, nos obligan ingresar en la era de los códigos, gracias a la sociedad de la información que pone a nuestra disposición una cantidad inimaginable de identificaciones que, de hecho, sirven para facilitar la vida, ¡pero también para otros usos en esta Ínsula Barataria que cada vez está más cara!

No es raro pensar, por consiguiente, que a este paso la sociedad humana podría convertirse en una red impresionante de números –esta red efectivamente ya ha comenzado-, que controle nuestros movimientos, conocimientos y sentimientos.

¿Una democracia digital o una sociedad totalitaria en ciernes?
Giovanni Sartori en su obra ‘El homo videns’, y el español Manuel Castells, en ‘Telépolis’ han estudiado este fenómeno que tiende a expandirse de manera impredecible, y que, a largo plazo, podría ser una amenaza real para la humanidad como advierte Dalai Lama.

Sistemas analógico y digital

En realidad vivimos una etapa increíble, llena de acontecimientos tecnológicos que acercan a las personas y grupos, y curiosamente nos convierten en sujetos solitarios. La incomunicación es parte de este curioso y paradójico fenómeno, que ha eliminado las fronteras físicas y ha convertido al mundo en un pañuelo -una aldea global-, según las predicciones de Marshall MacLuhan, el pontífice de la comunicación.

El ser humano es un número y todas sus acciones están ‘cifradas’ –léase codificadas-. Para unos el número es cabalístico: de suerte o de mala suerte. Sin embargo, los números que nos rodean gracias al código binario (0,1) pueden provocarnos más de una sorpresa cuando los olvidamos.

Los expertos establecen diferencias entre lo analógico y digital. Un sistema es analógico cuando las señales se representan mediante variables continuas. Ejemplos de magnitudes analógicas son el tiempo, la presión, la distancia y el sonido. En cambio, un sistema es digital cuando las magnitudes utilizan códigos binarios o variables discretas, que son los fundamentos de los dispositivos electrónicos, que cada vez son más veloces.

¡Ábrete Sésamo!

Recuerdo la situación embarazosa que pasé hace poco en un aeropuerto cuando olvidé el número del código de un candado de una maleta, que necesariamente debía ser abierta por los agentes aduaneros. O cuando me preguntaron el número de la cédula de mi esposa y las fechas de los cumpleaños de nuestros hijos. ¡Qué desmemoriado! ¡La solución fue abrir un archivo ‘secreto’ en el Ipad y ya!

La electrónica facilita la vida. Es cierto, pero no podemos caer –sin beneficio de inventario- en sus adorables promesas. La electrónica no es aséptica. Estamos en la era digital es verdad, mas junto con las extraordinarias fortalezas de las tecnologías también podemos advertir sus debilidades y amenazas: desde los virus informáticos (gusanos troyanos, bombas lógicas, programas espías – como malware-) y robos de información, dinero y estafas.

Una reflexión general es que debemos aprender a gobernar la electrónica antes que ella nos discipline y manipule. ¡Ábrete, Sésamo sería la consigna!