Andrés Pincay lleva cerca de dos años en la práctica del wakeboarding, sobre todo en las aguas del estero que rodea a Puerto El Morro. Foto: Santiago Arcos para EL COMERCIO
El wakeboarding permite que el deportista llegue a las alturas mientras se desliza sobre el agua. Así describió Andrés Pincay la experiencia de practicar esta disciplina que mezcla fuerza, adrenalina y equilibrio.
Los deportistas se colocan sobre una tabla de espuma y fibra de vidrio, para luego ser halados por una lancha que alcanza las 30 millas por hora. Se pueden realizar saltos sobre el agua, impulsándose en la estela que deja la embarcación.
Esta modalidad deportiva se deriva del esquí acuático y del snowboard (en la nieve). Los expertos pueden alcanzar alturas de hasta 3 metros en sus saltos y realizar todo tipo de maniobras. A estas piruetas se las conoce como ‘grabs’.
Pincay es propietario de la agencia Los Puertos Ec, que promueve -mediante sus redes sociales- el turismo de aventura en Puerto El Morro. Una de las actividades que más le solicitan es precisamente el wakeboarding.
Wakeboard practicado en Puerto El Morro. Santiago Arcos para EL COMERCIO
Ellos son los únicos que ofrecen esta actividad en la zona. En temporada playera (entre enero y marzo), esta agencia recibe a cerca de 20 turistas cada fin de semana. En los días regulares la demanda puede disminuir en un 50%.
Para quienes estén interesados en esta actividad, Pincay recomienda realizarla en aguas calmadas como esteros, lagunas y ríos de poco caudal. “También se lo puede hacer en la playa, pero es para gente más experimentada”.
Puerto El Morro está ubicado a una hora y media de Guayaquil. Los comuneros pretenden expandir el potencial turístico de su localidad mediante actividades deportivas como estas. En el lugar hay hostales comunitarios, con precios que oscilan entre los USD 5 y USD 10.
Wakeboard practicado en Puerto El Morro. Santiago Arcos para EL COMERCIO
La gastronomía es otro punto fuerte de esta comunidad. La lisa asada es el platillo más popular del sector. Incluso, en abril se realiza un festival donde este pescado es el protagonista. Se ofertan varios platos derivados de este animal.
Un grito de emoción ahuyentó a las gaviotas que descansaban cerca de los manglares que engalanan el estero. Andrés Pincay no aguantó la emoción cuando el bote empezó a halarlo sobre el agua; él demostraba algunos de los movimientos aprendidos con la experiencia.
Pararse en la tabla no es tarea fácil. Según la experiencia de Pincay, las personas de contextura delgada pueden levantarse con mayor facilidad. La técnica para ponerse de pie consiste en flexionar las rodillas y girar la tabla apenas se siente el temple del palonier (cuerda).
La cuerda está hecha de un tejido especial de nailon y mide aproximadamente de 7 a 8 metros. Eso permite que el deportista se mantenga lejos del motor que impulsa la embarcación y pueda realizar el deporte sin peligros.
Como medida de seguridad, los turistas reciben un chaleco salvavidas. Los más temerosos tienen opción de solicitar un casco. “Aquí les damos todos los implementos, por eso no hemos tenido accidentes”, contó Pincay.