Se acaba el trimestre y es momento de hacer un balance de los primeros movimientos de Luis Chiriboga en su nuevo período al frente de la Ecuafútbol. A pesar del mal sabor que le dejó la reelección por el show que armó el Sandino, y de la tremenda decepción de la Tri Sub 20, el Ingeniero ha disfrutado de un período muy favorable, incluso sazonado por la delicada dulzura que aporta la venganza.
Repasemos. El hundimiento de Vizuete en el Sudamericano fue el pretexto perfecto para cambiar de DT en la Tri mayor, cuyos integrantes no estaban muy a gusto con don Sixto y sus ideas de renovación. Con Gustavo Quinteros hay, en cambio, unanimidad, estabilidad y, al juzgar por su primera nómina, el pertinente sentido común de no buscar pelea con el jefe.
Luego, Chiriboga ha tenido éxito en sus reclamos evocando a la Ley de Comunicación, la cual ha castigado a Teleamazonas, uno de los pocos adalides del antichiriboguismo que queda en pie. Y hay intenciones de pedir más sanciones. ¡Cordicom, atender!
Además, hasta ahora, ha sorteado con éxito las críticas del gremio de los jugadores y el torneo sigue, aunque Deportivo Quito hace todo lo posible por merecer la eutanasia. Pero vamos ocho fechas y el balón no ha dejado de rodar.
En el ámbito del ajuste de cuentas, el castigo local a Jaime Estrada (equivocadamente empeñado en los insultos) y la sanción internacional al Sandino son nuevas manifestaciones del verdadero respaldo que tiene el Ingeniero en muchos frentes.
A esto se une que su hijo Mauricio, un estudioso del Derecho Deportivo, ha entrado en el Tribunal Internacional de Arbitrajes, con lo cual se convierte en el único ecuatoriano en esa importante instancia internacional. Si la Sub 17 logra su boleto al Mundial Sub 17 (tiene fútbol para eso, veamos si hay jerarquía), Chiriboga habrá redondeado un trimestre victorioso, imperial. A ver cómo responden sus contradictores.