Cataluña aún no tiene el camino despejado para cristalizar lo que es un anhelo de una parte de su pueblo: la separación de España.
Cuando la consulta en Escocia arrojó resultados contrarios a la aspiración secesionista, muchos analistas veían venir un efecto dominó sobre otras regiones del mundo que buscaban su desmembramiento de los Estados de los cuales habían sido parte por varios años.
Un caso emblemático es el de Cataluña, parte del Reino de España. Cataluña está en la España de las autonomías por un pacto político y social que permitió la transición desde la dictadura de Francisco Franco hacia la instauración de una monarquía parlamentaria.
En ella, el Monarca reina y el Gobierno lo ejerce el Legislativo, cuya diversidad política se expresa en partidos de diferente tinte ideológico y la existencia de partidos que obedecen a las visiones nacionalistas de varias autonomías.
Muchos catalanes no se sienten españoles. De orígenes diversos y de idioma distinto (una lengua romance con raíces similares al español), conforman una población que viene de varias vertientes, entre ellas españoles que llegaron de Andalucía tras la guerra civil.
Emprendedores y con actitud para los negocios, en lo político se expresaron en fuerzas como Convergencia, Unión y Ezquerra Republicana; las dos primeras gobernaron en alianza e hicieron pactos en la Legislatura con los partidos del establecimiento hispano. Cataluña, próspera y rica, se quiere lejos de España. El Estado español no consiente la consulta.