La expresión es del ministro del Interior, José Serrano, 26 de septiembre del 2014.
Señaló que los estudiantes privados de la libertad presentaban escoriaciones, magulladuras y traumas del momento de la detención porque la Policía no pide que se detengan con “pétalos de rosa”. Los apresados tras ser arrestados fueron llevados al Regimiento Quito 2 de la Policía Nacional y no a la Unidad de Flagrancia, pero -dijo- “fue por un tema de espacio”.
Verdad que a los privados de la libertad los visitaron los ministros del Interior y de Justicia, con una delegación de la Cruz Roja Ecuatoriana. Habrá que esperar el informe íntegro de esa delegación.
Cuán bueno habría sido que se permita a médicos autorizados por los familiares acompañar a la delegación de la Cruz Roja.
Todo Gobierno se opone a que se comparen las medidas de represión a las seguidas por otros gobiernos, peor si aquellos han sido de corte fascistas o totalitarios, y reclama que los jóvenes y, en general, los ciudadanos los dejen gobernar. Por lo tanto, no es de extrañar que esa sea la posición del actual Gobierno.
Posiblemente, la mayoría de los visitantes extranjeros a la reunión de los identificados como movimientos progresistas que coinciden con el Gobierno, que se dio en Quito los días 29 y 30 de septiembre, cuando fueron jóvenes –en sus países- salieron a las calles y se enfrentaron a la Policía con menos o más violencia. La teoría de “no con pétalos de rosa” también pudo haber sido la justificación de la represión.
El 28 de enero de 1964, en la dictadura fascista de 1963-1966, en el homenaje estudiantil a Eloy Alfaro, por el aniversario de la hoguera bárbara de 1912, en el Cementerio de Guayaquil, al mediodía, los estudiantes presentes se enfrentaron con los miembros de la Seguridad Política. El presidente de la FEUE, Jaime Roldós Aguilera, sufrió la rotura de su cabeza. Momentos después de que los presos llegaron al Cuartel de la Policía, se hicieron presentes varios ciudadanos, entre estos el entonces director de El Telégrafo, Manuel Eduardo Castillo, y otros protestaron –como quien era rector de la Universidad, Alfonso Martínez Aragón- exigiendo se permita ver a los detenidos. En el caso de Jaime, tuvieron que trasladarlo a la Enfermería del Cuartel Modelo. El mensaje atrás de ese episodio es que la violencia en la represión, de los que tienen poder, no se justifica aun cuando haya habido violencia de quienes cuestionan al poder. Y esto no es cuestión de ideología.
Bien se expresa: “Si existiera algo que quisiéramos cambiar en los jóvenes, en primer lugar deberíamos examinarlo y observar si no es algo que podría ser mejor cambiar en nosotros mismos”. También: “Muchos piensan en cambiar el mundo, pero pocos piensan en cambiarse a sí mismo”. Leamos a A. Tolstoi.