La necesidad de construir con rapidez y ahorrar dinero al levantar inmuebles frente al mar ya es posible en Santa Marianita, suroeste de Manta, Manabí.
Sus 8 km de playa hacen de este enclave marino un sitio privilegiado para la práctica del kiteboarding, un deporte náutico donde la persona se desliza sobre las olas con la ayuda del viento y un parapente, que se ubica en la cintura.
Esta cualidad atrae a los amantes de la naturaleza. Ellos quieren vivir frente al mar o montar un negocio, pero de forma rápida. La solución la encontraron con la reutilización de los contenedores desechados (cajas metálicas de entre 6 y 8 m de largo por 3 de ancho).
Estos son usados por la industria naviera para el transporte de mercaderías y productos en los buques mercantes.
David Hidalgo es el pionero de esta iniciativa. Hace cinco meses compró un contenedor de 6 x 3 metros. Pagó USD 1 500.
Después de las adecuaciones, quedó como la cocina donde prepara productos a base de mariscos para los turistas que llegan a Santa Marianita.
“Los contenedores son de fácil transportación y pueden colocarse en cualquier parte. Simplemente se alquila un tráiler y listo.
En mi caso, lo traje a Santa Marianita desde el norte de Manabí. Tengo un negocio de deportes extremos y los clientes llegan en grandes cantidades los fines de semana”.
La colocación es fácil.
Una vez que el contenedor llega al sitio, se ubican sus cuatro extremos sobre plintos de concreto de hasta dos metros dos metros de profundidad con la ayuda de una grúa.
Una vez bien anclado, empieza el trabajo de los artesanos en soldadura, electricidad, albañilería y pintura. Estos equipan al contenedor y lo adecúan a las funciones escogidas.
Valentín Lucas es uno de esos maestros multifacéticos.
En la actualidad trabaja, junto con tres ayudantes, en la habilitación de dos contenedores de 12 x 3 metros en el extremo sur de Santa Marianita. Será un habitáculo de dos pisos, comenta.
Su bitácora de trabajo es la siguiente
Una vez que se tiene el diseño elaborado por el arquitecto, se cortan con la ayuda de una amoldadora, las zonas donde irán las ventanas, las puertas, los tragaluces…
Para aislar el calor se colocan capas de espumaflex o poliuretano. Posteriormente, se adiciona la perfilería de acero inoxidable.
Luego se empotran las conexiones de electricidad, agua potable, aguas servidas, televisión por cable e Internet.
El paso siguiente es forrar todo con gypsum y pintar todo el contenedor con pintura anticorrosiva y antisalitre.
Los pisos pueden ser de cerámica, que da más frescura en este clima. Los trabajos concluyen con la colocación de accesorios, como griferías, tomacorrientes, boquillas…
La fortaleza de las láminas de hierro de 1,5 mm de espesor del ‘container’ permite que se realicen extensiones, tanto en longitud como en altura. Hasta balcones se pueden poner.