Ana Rosa Valdéz es historiadora de arte y curadora. Desde el 2012 es miembro del Centro de Arte Contemporáneo. Foto: Patricio Terán A./ El Comercio.
Entrevista a Ana Rosa Valdéz
Coordinadora del premio nacional de artes Mariano Aguilera
A breves rasgos, ¿cómo se vio el Premio Nuevo Mariano en su primera edición?
Uno de los comentarios más fuertes que hizo la comunidad artística, los docentes, los curadores y los especialistas fue que se trató de un acierto del Centro de Arte Contemporáneo el hecho de pasar del formato de salón al de premio. Ahora bien, hubo muchos procesos que nos permitieron entender a la anterior como una edición beta. Eso nos permitió alimentar la manera en la que concebimos el premio y, también, hacer un testeo de lo que pasa en la escena contemporánea local.
¿Cuáles fueron los resultados de ese ‘testeo’?
Uno de los principales resultados fue caer en cuenta de la tensión que existe en cómo la institución puede mediar entre el respeto a la libertad creativa de los artistas y el cumplimiento de las leyes públicas.
Además, hay que considerar que históricamente el campo artístico ha sido desatendido en ámbitos como el fomento desde el sector público o los derechos laborales. Eso me llevó a pensar el papel que debe llevar la institución aquí.
Efectivamente, el Nuevo Mariano se sustenta en la entrega de fondos económicos. Sin embargo, considero que ese no debe ser el único rol de la institución. Debe haber un proceso de acompañamiento que no esté inscrito en los límites institucionales. En ese sentido, uno de los cambios sustanciales entre la primera y segunda edición del Mariano va a ser un acompañamiento que va a ser realizado por un equipo de curadores y editores externos.
¿Este acompañamiento se refiere a revisar cómo están los proyectos o es una evaluación de la manera en la que se insertan en las políticas del Mariano Aguilera?
Sobre todo tiene que ver con asesorar y acompañar. El jurado premia una propuesta. Y muchas veces una que está sujeta a cambios, a modificaciones, a transformaciones, incluso a eliminar ciertos elementos que ya en la práctica no son muy útiles.
Como todo proyecto, se instaura un proceso de experimentación que es azaroso, que está basado en la duda y en muchísimas preguntas. Como institución nos interesa avalar esos procesos de investigación, curatoriales, de pedagogías y de edición. Por eso vamos a convocar curadores y editores para que puedan estar interlocutando la manera en la que los proyectos se desarrollan.
En el momento de despachar un fondo, en las instituciones públicas suele ser importante la incidencia de una obra en la ciudadanía. ¿Se está tomando en cuenta esa relación entre el artista y el espectador?
Cuando conceptualizamos el Premio Nuevo Mariano, uno de los componentes de los formularios de los proyectos estaba relacionado con las actividades de interacción con el público. Pero esas actividades muchas veces tienen un corto alcance porque estos proyectos tienen unos públicos muy específicos.
Como institución sí debemos asumir un rol más protagónico en lo que a difusión se refiere, sobre todo para crear procesos con los contenidos generados.
¿Cómo se podrían generar esos procesos? ¿Cómo abordar este asunto?
La vez pasada, desde la premiación hasta la exposición, los ganadores cumplieron sus fases y elaboraron sus obras, pero estos procesos fueron poco visibles para el público.
Lo que vamos a hacer ahora es que luego de la premiación haya una presentación de las fundamentaciones conceptuales que manejan los ganadores en sus trabajos. No tiene nada que ver con un marco teórico; sería un marco lógico en el caso de creación artística.
Entonces se realizarán espacios de intercambio académico similares a los talleres que se impartieron en para el Nuevo Mariano.
No. Más bien van a ser conversatorios donde ellos hagan la sustenciación de las bases conceptuales de sus proyectos. Tiene que ver con esas ideas, los propósitos, la verbalización de sus inquietudes.
Luego de esta presentación vamos a realizar un corte del proceso que permita, en el caso de investigación, por ejemplo, conocer al responsable del proyecto para que muestre sus metodologías y técnicas. Finalmente tenemos la exposición y el catálogo respectivo, con lo que se cierra el proceso del premio.
¿Qué destacó al Premio Mariano en su edición 2012?
Hay varios factores importantes. Uno es que el Mariano históricamente ha sido una plataforma de visibilización y reconocimiento. La fuerza del Premio como un proceso de validación social es insoslayable, independientemente de que haya entrado en crisis y que se haya declarado desierto.
Por otra, el acierto de haber cambiado el formato y no convertirlo ni en salón ni en bienal.
Finalmente, está la manera en la que se escogió el jurado: no es la institución la que lo escoge sino un comité de preselección externo. Eso de alguna manera nos ayudó a garantizar una autonomía entre la institución, la decisión sobre las propuestas y los ganadores absolutos.