Juana Córdova: 'tengo suerte de solo haber hecho lo que he querido'

Juana Córdova.

Juana Córdova.

Introducción:
Juana Córdova
, una de las artistas contemporáneas más interesantes de la escena nacional, es tímida y padece como si se tratase de una tortura china la sesión de fotos para esta nota.

Pero lo hace con discreción. Juana repite muchas veces durante nuestra conversación que ha tenido mucha suerte, pero quizá se trate más de las decisiones que ha tomado. ¿Arte o Psicología? Arte. ¿Ser o no ser madre? No serlo. ¿Plata o satisfacción intelectual? Lo segundo. ¿Ciudad o naturaleza? Menos de lo primero y más de lo segundo.Y por eso los 40 la encontraron plácida, creando junto al mar, en su casa soñada, en un rincón de la Península de Santa Elena.

Testimonio:

Soy la última hija de una familia solo de mujeres; mi padre se murió cuando yo tenía 9 años (en un accidente de aviación). Y mis hermanas son bastante mayores a mí. Yo vine cuando mi madre tenía 40 años, y ya no debía venir porque no estaba planificada.

La verdad es que siempre fui un poco metida en mi mundo. Mi personalidad se ha ido formando bien aparte de mi familia. Mis hermanas tampoco me paraban mucha bola, ellas estaban con sus novios. Yo estaba sola, dibujando, leyendo.

Y me enamoré muy pronto, a los 17 años, de mi marido. A los 20 ya me casé. Fue más por acolitarles a los padres de él, que querían un matrimonio. Algo sencillo, nada eclesiástico, pero algún tipo de formalidad. Con mi marido tenemos una relación bastante buena, estamos en lo mismo y trabajamos juntos (él es diseñador gráfico y Juana también diseña joyas). Desde que lo conocí (en una función de títeres) ha sido un pilar importantísimo. Es superecuánime y lo que más valoro de él es su ética. Somos amiguísimos, pasamos conversando todo el tiempo; como que no necesitamos nada más. Y decidimos no tener hijos y más bien aventurarnos a construir esto (su casa) y a vivir viajando y trabajando.

Los hijos no han sido una prioridad para nosotros. Y ahora no tengo ninguna gana; nunca tuve mucha gana, la verdad. Puedo estarme perdiendo de cosas, pero como no sé no me preocupo. Creo que muchos años del desempeño personal de la mujer se cortan cuando tiene hijos. Incluso como ser humano, no solo como profesional, porque tiene que dedicarle toda su energía a ese ser. Entonces, en ese sentido he sido un poquito egoísta, de pronto, y tengo la suerte de solo haber hecho lo que he querido; he hecho mi arte.

He tratado de mostrar mi obra en Quito, Guayaquil y Cuenca porque tengo cercanía con las tres ciudades. Mi trabajo es bastante variado. Cada lugar en el que he vivido me ha influenciado. Cuando estuve viviendo en Quito, me puse a hacer un poco más de crítica social. Allí hice una corona de fósforos para donarle a Miss Universo (vivía aquí en la época en que Ecuador fue sede), cosas bien sarcásticas, pero divertidas. Luego hice una serie de golosinas, de gomitas, de chocolates con la forma de las tetas de silicona. Y esas obras no tienen nada que ver con lo que estoy haciendo ahora en la naturaleza.

Me estoy volviendo un poco temática con la ecología; talvez es por no tener hijos y preocupaciones más inmediatas. Pero me parece tristísimo esto del plástico en los océanos, que esté todo tan dañado y que empiece a no haber comida. No hay suficiente pescado ni aquí ni en los pueblos cercanos y eso es muy preocupante.

Suplementos digitales