Niños sobremedicalizados son considerados más vulnerables

Médicos y psicólogos están viendo un alza de la medicalización o patologización de los niños. Foto: Freeimages.com

Médicos y psicólogos están viendo un alza de la medicalización o patologización de los niños. Foto: Freeimages.com

Médicos y psicólogos están viendo un alza de la medicalización o patologización de los niños. Foto: Freeimages.com

Excederse en los diagnósticos médicos no solo sale caro. También distorsiona la forma en que se ve a los niños y el potencial que pueden alcanzar.

Cada vez más médicos y psicólogos están viendo un alza en la medicalización o patologización de los niños. Lo que antes se trataba con reposo o una curación hogareña hoy se resuelve en la clínica.

"Las consultas de Urgencia han aumentado exponencialmente en los últimos años", dice el doctor Hugo Henríquez, traumatólogo de la Urgencia Escolar de la Clínica Santa María. Sin embargo, estima que "uno de cada tres niños que llegan aquí podrían haber resuelto su cuadro en una consulta ambulatoria".

¿Por qué entonces llegaron a Urgencia? Para el médico dos factores son clave: "El horario laboral de los padres, que no tienen tiempo para llevar al niño al médico en horas de oficina y la ansiedad por resolver rápido el problema de salud del hijo".

Coincide el doctor Marcelo Yungue, pediatra de la Clínica Las Condes, quien lo atribuye a "papás muy aprensivos y a que vivimos en un mundo de inmediatez que lleva a que las personas quieran diagnósticos inmediatos".

En un artículo titulado 'Sobrediagnóstico: cómo nuestra compulsión por el diagnóstico podría estar dañando a los niños', publicado en la revista Pediatrics, un grupo de pediatras estadounidenses señalan que la excesiva medicalización de los niños no solo puede llevar a realizar exámenes injustificados o incurrir en costos innecesarios. También existen efectos psicológicos, como el llamado "síndrome del niño vulnerable".

Este describe a un niño que es visto por sus padres como más vulnerable a problemas conductuales, médicos o de desarrollo, aún cuando no sea real.

La posibilidad de caer en este cuadro es mayor para niños que han tenido un problema de salud grave o que padecen una enfermedad crónica. Pero, según la pediatra Ellen Lipstein, del Hospital de Niños de Cincinnati (EE.UU.), también hay mayor riesgo de que afecte a hijos de padres que tuvieron dificultades para concebirlos, niños prematuros o que debieron ser hospitalizados por cualquier causa antes del año de vida.

Las manifestaciones son variadas. Los autores del artículo en Pediatrics citan un estudio en que 40% de estudiantes de enseñanza media con un soplo cardíaco funcional o inofensivo reportaron haber sufrido restricciones físicas y psicológicas después de su diagnóstico.

Asimismo, padres cuyos hijos tuvieron que consumir fórmula por problemas de alimentación y llanto excesivo, tres años más tarde seguían viéndolas como más vulnerables, pese a que no presentaban más casos de alergia, asma o eccema.

A largo plazo, dice Epstein, estudios muestran que niños que han sido tratados como vulnerables tienen más dificultades de adaptación escolar, problemas conductuales, falta de autocontrol y bajo rendimiento académico.

Diagnóstico de por vida

El problema de la medicalización de los niños fue abordado la semana pasada en el coloquio Efectos del Neoliberalismo en la Infancia, realizado por la Escuela de Psicología de la U. Diego Portales.

En la ocasión Beatriz Janin, psicoanalista argentina y autora de libros sobre patologización de la infancia, destacó que se ha vuelto cada vez más habitual sobrediagnosticar a niños con cuadros como síndrome de déficit atencional o trastorno generalizado del desarrollo.

Esto, dice Janin, en muchos casos responde a que vivimos en una cultura "que no reconoce los tiempos de la infancia y que vive en la urgencia de resolver todos los conflictos en el menor tiempo posible, donde los diagnósticos son 'de por vida' y donde se reemplaza el escuchar a ese niño por una pastilla".

Uno de los riesgos, señala la experta, es que la identidad de ese niño quede asociada a su diagnóstico. "Son niños que te dicen 'yo no aprendo porque tengo trastorno del aprendizaje' o 'yo me porto mal porque tengo déficit atencional'. No ven en ellos la posibilidad de cambiar, quedan con una idea de sí mismos como deficitarios y esto lleva a que no puedan desarrollar todas sus potencialidades".

La patologización también lleva a que los demás los vean distintos: "El considerar que el niño es portador de un déficit marca la forma en que los padres se vinculan con él, lo que se le dice y no se le dice. Cuando un niño entra con un diagnóstico a la escuela, el primer pedido de los profesores es ¿y entonces cómo le hablo?, ¿y lo puedo retar o no? Lo encasillan como alguien especial".

El llamado es a eliminar las etiquetas que se le cuelgan al niño y escucharlo. "Muchas veces tapamos con pastillas algo que él nos está queriendo decir", concluye. ¿Es urgencia?Antes de ir a Urgencia, considere estos consejos.

Hugo Henríquez señala que no es necesario ir en caso de "heridas erosivas sin sangramiento activo, contusiones que no afectan la funcionalidad, fiebre menor a 38° o estados febriles de corta evolución".

Marcelo Yungue agrega: "Si es una caída de la altura del niño no hay riesgo. Si hay pérdida de conocimiento, vómitos, dolor de cabeza persistente o no se acuerda qué pasó, es una urgencia".

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