Los autos a escala participan dentro de la modalidad ‘on road’ en pistas o puede ser ‘off road’ en superficies de tierra. Foto: Vicente Costales/ El Comercio
Con el control remoto en sus manos, los pilotos se colocan en una fila observando a sus autos que ya se encuentran en la pista. “Pilotos, listos, ¡ya!”, grita Juan Carlos Villacís de 7 años, dando la orden para el inicio de la partida de Open RC.
Así, empieza la primera de 10 vueltas que definirá al triunfador de cada circuito. Juan Carlos es uno de los competidores más jóvenes, su afición la heredó de su padre, quien desde hace dos años frecuenta todos los miércoles el parque donde se realizan las carreras. Ambos comparten varias horas a la semana en su pequeño taller: modifican y preparan los vehículos para la siguiente competencia.
La afición de Esteban Villacís empezó hace 14 años cuando obtuvo su primer carro, el cual ahora pertenece a su hijo.
Cuando se enteró de las actividades de Open RC decidió unirse al grupo, con quienes ahora comparte no solamente este interés por las carreras sino también una gran amistad.
Los autos eléctricos a escala, de todos los colores y diseños, compiten en la pista que es una réplica de la existente en Yahuarcocha donde se llevan a cabo los circuitos de motos y autos. Carlos Guerra, uno de sus fundadores, cuenta que la idea surgió por su afición a las motos. Al verse imposibilitado de continuar con ese ‘hobby’, por lo costoso que le resultaba, optó por una manera distinta de experimentar la misma adrenalina sin tener que arriesgar su vida y sin gastar mucho.
Los primeros encuentros se llevaban a cabo en el estacionamiento de su primo, después se corrió la voz de las actividades, y cada vez empezó a llegar más gente. Esto los motivó a mudarse al parque Borja Yerovi, donde, con ayuda de todos los miembros y sin permiso de las autoridades, convirtieron la cancha de básquet en una pista. Desde ese momento empezaron a ser conocidos como “los clandestinos” ya que no respondían ante ninguna marca.
Guerra explica que no tienen la intención de convertir esta actividad en un negocio. La participación es gratuita y lo que buscan es mantenerlo como un espacio de amigos que comparten una misma pasión.
Esta modalidad ‘on road’ se lleva a cabo en una pista y las carreras duran alrededor de 5 minutos. Se determina un circuito por donde los autos deben circular y se designa un determinado número de vueltas. Los primeros que llegan van puntuando y las “grillas” se dan entre seis o siete autos.
Los torneos están compuestos por tres o inclusive cuatro válidas, dependiendo de lo que hayan acordado al inicio.
Existen algunas reglas, como lo explica Fredy Sánchez, uno de sus primeros miembros. No es permitido chocar al auto de adelante y tampoco se puede ‘robar’ pista o salirse del circuito ya que estas faltas derivan en una sanción que obliga a que se detengan por unos segundos. Los choques laterales sí están permitidos ya que son muy comunes y difíciles de evitar durante la carrera.
A Sánchez esta actividad le ha permitido “sacarse el clavo de ser un piloto profesional”, además disfruta de modificar los autos y compartir conocimientos acerca de su armado.
Algunos autos son Ready To Run (RTR) lo que significa que ya vienen listos para la carrera, otros vienen en kits con las piezas y cada uno arma el chasís, el motor y la parte electrónica. Además, la carrocería es transparente lo que permite que cada uno la decore como desee.
Actualmente se reúnen alrededor de 20 personas los miércoles por la noche y los domingos por la mañana en el Parque Bicentenario. Sus principales medios de difusión son el boca a boca y las redes sociales, donde cuentan con más de 200 miembros en el grupo. Guerra explica que han tenido un crecimiento sostenido ya que aunque muchos de los pilotos iniciales se han ido, han llegado nuevos miembros.
Esta afición “tuerca”, como los miembros de Open RC la definen, además de ser accesible es una forma de despejar tensiones, compartir con personas afines y vivir las emociones que se experimentan dentro de una pista de carreras.