Paco Velasco: ‘¡Eso es chévere! El Estado no propone culturas’

Paco Velasco, ministro de Cultura y Patrimonio, en entrevista para Diario El Comercio. Foto Jenny Navarro / El Comercio

Paco Velasco, ministro de Cultura y Patrimonio, en entrevista para Diario El Comercio. Foto Jenny Navarro / El Comercio

Entrevista a Paco Velasco, ministro de Cultura y Patrimonio.

¿El Ministerio de Cultura y Patrimonio está preparando una consultoría sobre el posible Código de Cultura?

Ha habido algunas consultorías desde el 2010, entiendo. De manera particular yo no he contratado ninguna. Algún funcionario hizo una y yo pedí inmediatamente que se declare unilateralmente el fin de esa consultoría porque no tiene sentido, porque me parece que hay suficientes insumos. Lo que sí podríamos pensar es en una asesoría jurídica que permita incluir algunos de los textos que nosotros propongamos. Donde se discuten, deliberan, perfeccionan los contenidos de los textos jurídicos es en la Asamblea. En estos años hemos aportado con temas que nos parecerían sobrar o faltar.

En esta asesoría que ‘algún dependiente solicitó’, ¿qué postulados o instrumentos estaban propuestos?

No ha habido propuestas específicas sobre el texto. Una de las propuestas de esa consultoría era mirar otras maneras con las cuales los sistemas de cultura, el patrimonio, el libro, el cine son vistos en otros lados. No se llegó a formular textos sino a establecer legislaciones comparadas. No hay nada concluyente por algunas razones; una fundamental es que temas nuevos pudieran ser incorporados en estas discusiones sobre cultura; temas que antes no estaban. Se dice “¿por qué ha tardado tanto (la Ley de Cultura)?”. Entre otras razones, porque ha habido nuevos escenarios. Uno es el que propone la Ley de Comunicación; cuando esta Ley habla de la necesidad de que la música nacional compita en igualdad de condiciones, hace falta un correlato por parte de las entidades de cultura para que eso tenga sentido, para fomentar la creación, para construir productores nacionales independientes. Otro es la asunción por parte del Ministerio de las competencias de patrimonio; ese enorme campo también debe estar presente en este Código de Cultura. Un tercer añadido es el cambio de la matriz productiva: cómo la cultura tiene que ver con el peso que tenga esta industria creativa.

Con estos nuevos escenarios, ¿cómo definiría usted la cultura que se propone desde el gobierno actual?

¡Eso es chévere. No propone nada! El Estado no propone culturas. Lo que tiene que hacer es garantizar los espacios de libertad. Constitucionalmente lo que se puede hacer es construir políticas públicas que permitan trabajar a los creadores, que nacen en el seno de la sociedad y no del Estado, que además es un gobierno de poetas. No es una cultura la que nosotros proponemos como Estado. Como institución paradigmática, construimos una política pública que fomente, que estimule esos procesos de creación, de circulación, de difusión tanto de bienes como de servicios culturales, que estén las mejores condiciones para los creadores y para el pueblo que tiene que acceder a esos servicios. Y desde la perspectiva del patrimonio, lo que tiene que hacer es salvaguardar, preservar, difundir el patrimonio material e inmaterial que ha sido objeto de una impronta desde los pueblos originarios. No hay una propuesta de cultura y peor todavía una cultura que se quiera subir, montar, imponer, aplastar a la sociedad. Hay unos valores culturales en el presidente Correa, hay un valor de un enorme redimensionamiento y valorización de lo nuestro. No hay una cultura oficial. No hay.

La ex ministra Sylva publicó un documento de la Revolución Cultural. ¿Ha tenido continuación en su gestión’?

No

Para enfatizar: ¿existe una propuesta de control o regulación como con otros sectores desde el Gobierno?

No le acepto la premisa. No le acepto que se ha dado en otros niveles desde el Estado. Pero voy al consecuente. Le puedo enumerar tres críticos del régimen, que han estado presentes estimulados por los Fondos concursables: Sebastián Cordero, autor del sketch de propaganda política de Ruptura de los 25, es bien tratado aquí, que haga la película como quiera. El documental sobre Roldós, de Manolo y Lisandra, estimulado con plata. Fernando Balseca, invitado a la Feria Internacional del Libro, un público detractor del régimen. Para las ferias del libro se consulta a las universidades, que ellas propongan. Para fondos concursables, que no me participe ningún funcionario de ninguna categoría. Tenemos un jurado internacional que nos cuesta un poquito más porque hay que traerle al jurado, pagarle su caché, pero garantizamos que ese jurado premie lo mejor.

¿Se está trabajando en una Agencia de Regulación y Control de la Cultura y el Patrimonio, como lo ha manifestado Fernando Tinajero?

Voy a tratar de mantener la cordura y la calma porque sí me indigna. Nada más alejado de la verdad. De ninguna manera, ninguna Agencia de Regulación y Control de la Cultura y el Patrimonio. El control que necesita el Estado es sobre el patrimonio. Le explico dónde puede estar la palabra control en este Código: control para que no se lleven los bienes culturales. Este Ministerio ha ganado tres juicios para que colecciones privadas regresen al Estado. No hay ninguna posibilidad de que el Estado pretenda controlar. Nadie puede decir “voy a garantizar que la calidad del cine ecuatoriano suba”; pero lo que sí puedo garantizar es que el Estado va a meter dinero para que haya más estimulo. Jamás en la vida pude yo haber permitido que haya una Agencia de Control. Leía en otro periódico que se decía de esto “proyecto fascistoide”. Aquí no hay ni de lejos.

En carta a EL COMERCIO, usted habla de control y regulación de la cultura. ¿Qué implicarían estos términos a su criterio?

Un mecanismo de regulación y control del patrimonio cultural. Control de que las piezas estén inventariadas, para que no abandonen el Ecuador, para que los bienes inventariados no se destruyan. El único control… el que impida que este patrimonio cultural desaparezca. Control para que los servicios culturales tengan una excelencia y unos cánones de servicio. De ninguna manera control en la creación. Yo lo ratifico: un clima de ab-so-lu-ta independencia y libertad para la esfera de la creación.

¿Cuál sería su respuesta a los artículos de opinión sobre el tema?

Que están hablando de algún fantasma interior suyo y pretenden corporeizar ese fantasma, que es posible que tenga la gente. Nadie está libre de una paranoia, alguna persecución ahí dentro.

¿Existe interés por parte de su Ministerio de asumir funcionalmente a la CCE?

La Constitución obliga a la construcción de un Sistema Nacional de Cultura donde estén todas las entidades que perciban recursos del Estado. En esa condición, la CCE tiene que rendir cuentas. Pero no hay la menor intención ni de absorber ni de disolver ni a la CCE ni a ninguna institución cultural que reciba fondos públicos. Hay la necesidad de articular. En el caso de la CCE recibe USD 18 millones. De este dinero, ¿cuánto gastaron en la matriz? USD 9 millones. Me parece que hay una inequidad ahí. Ese gasto corriente para qué ha servido desde la perspectiva de la cantidad y de la calidad. Pero uno dice “¿no será de optimizar?”, desde un bastardo, elemental, precario, primario ahorro. Entonces creo que hay sectores que se sienten representados en la Casa y hay otros que no. Hay unas condiciones de cómo se forman sus miembros de una forma extraña y poco transparente. Pienso que hace falta un Código de Cultura que promueva una reingeniería de las Casas de la Cultura.

¿Cuál es su opinión sobre el estado actual de la CCE y sus núcleos?

No voy a opinar sobre el estado actual de la CCE porque no tengo una auditoría. En gruesos modos de evaluar veo inequidad en el presupuesto, un gasto corriente que no se compadece, no sé cuánto, 600-650 empleados. Sobre todo, una institución que recibiendo plata pública dice ser autónoma. Repito: mi estímulo para la autonomía para la creación, pero si una institución recibe plata pública, entonces tiene que articularse con lo que dispone la Constitución.

¿A la CCE la considera un espacio o un órgano gestor?

No tengo la varita mágica para decir “es esto”. Tiene algunos valores. Sobre la CCE, desde hace algunos años, han habido opiniones críticas hacia su gestión.

¿Con las dinámicas actuales de la sociedad, una Casa de la Cultura tiene razón de ser? ¿Debe actualizarse?

Debe ser repotenciada, responder a las necesidades de la sociedad, ser reestimulada con la participación de los jóvenes. Yo no quiero meterme en la gerontocracia que ha estado en los órganos de poder de la CCE. Hace falta un profundo trabajo de rediseño de cómo se relaciona con la sociedad.

Hasta el momento los proyectos de Ley de Cultura, en sus informes de mayoría y minoría, establecen que la CCE mantiene autonomía financiera y administrativa, mas sus políticas están alineadas bajo las directrices del Ministerio de Cultura...

No hay en el mundo entero institución que recibiendo fondos públicos diga “soy autónoma”. Porque es de derecho público, no de derecho privado. Las instituciones que reciben plata del Estado han construido su patrimonio con fondos públicos. La Constitución del 2008 voló la autonomía de las instituciones de derecho público. Las universidades son autónomas, sí, pero en su derecho de cátedra.

En estos nuevos escenarios para el Código de Cultura, ¿cree que es necesaria una revisión de esta autonomía?

No me corresponde a mí. Estoy proponiendo hechos factuales. Ninguna institución de derecho público tiene esas atribuciones. Aquí no hay ataque. No queremos mañana tomarnos a huestes la CCE. Creo que está viciado el modelo, el arquetipo; el modo de gestión está caduco, obsoleto, trasnochado, ya pasó.

Han pasado cuatro años desde los últimos informes del proyecto de Ley de Cultura(s). Hace un año el presidente Correa afirmaba en una sabatina que se estaban ultimando detalles en torno al posible Código. ¿Qué ha pasado dentro de AP, siendo la mayoría parlamentaria, para que no se haya discutido sobre este tema?

Hay unos nuevos componentes importantes. Estamos en el establecimiento de una cuenta satélite que nos permita conocer cuánto pesa la cultura en el PIB. La aprobación del Código Territorial impone unos desafíos poderosos para este Código de Cultura. Dice que el patrimonio es competencia “exclusiva” de los GADs. Esos son escenarios nuevos. No veo la alarma para haber tardado en un Código de Cultura que sea responsable.

¿Todos esos escenarios nuevos están recogidos en algún documento?

Están siendo discutidos.

¿Hay un borrador de ese posible Código?

No. Ha habido propuestas, nada absolutamente acabado.

¿Ha sido el proyecto de Ley de Culturas el gran obstáculo de los tres ministros de Cultura que se han visto envueltos?

No es que esa carencia de Código Orgánico de Cultura y Patrimonio haya impedido algo.

¿Cómo mira la gestión de los dos ministros anteriores?

No tengo juicio al respecto. Creo que tuvieron aciertos y errores.

¿Su recepción del Ministerio fue la idónea?

Sí, con las lagunas que siempre ocurren.

¿Considera que el sistema de repartición de fondos es el mejor mecanismo de producción y de promoción de la cultura?

Diría que es un mecanismo distinto del dedo. Siempre se pueden perfeccionar los mecanismos. Es un modelo en el cual hay respeto a todos los creadores.

¿Cómo ve al Sistema Nacional de Cultura? ¿Qué pasaría con los espacios independientes?

Esos espacios independientes deben ser estimulados. Lo hemos hecho con, por ejemplo, el Fondo de Festivales, que hace dar entre USD 10 000 y 30 000 a iniciativas independientes. Esta entrega del reconocimiento Jorge Icaza a la novela es otra situación. Todo es para creadores independientes. En patrimonio tenemos una relación con los GADs de distintos colores políticos.

¿Pero cómo ve el Sistema? ¿Por qué no ha logrado concretarse a pesar de ser constitucional?

Porque hay una cantidad de rémoras; una cantidad de pesos muertos en nuestras instituciones. Estoy diciendo leyes caducas de hace 70 años.

¿Cuáles han sido sus acciones concretas y propias al frente del Ministerio?

Esta manera de construir la dialéctica tiene rupturas y continuidades. Creo que ha sido un montón de continuidad, coherencia y respeto de algunos de los procesos anteriores. Creo que ha habido un trabajo más profundo con los GADs en el momento de diseñar algunos de los proyectos. Un cuidado con el tema dineros, que la asignación de contratos tenga la máxima pulcritud.

¿Cuánto tiempo más permanecerá en el despacho?

Es voluntad del Presidente. Hasta mañana puedo garantizar que estaré aquí. Si recibiera un comunicado lo contaría. No es importante.

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