En la Unidad Educativa Peguche solo quedan 138 estudiantes de los 480 que antes había. Foto: Washington Benalcázar/ EL COMERCIO.
El timbre suena y 138 estudiantes de la Unidad Educativa Peguche, de Otavalo, salen. “El año anterior había 480 niños, pero con la fusión de planteles -que impulsa el Ministerio de Educación (Mineduc)- se nos llevaron los alumnos, los profesores y los muebles”, explica Lucía Perugachi, quien se niega a enviar a su hija de 6 años a otra escuela en un sector vecino.
Recuerda que el 2 de septiembre pasado, cuando se inició el año escolar, llegó al plantel con su hija, pero no encontraron a nadie. “Habían llevado a los estudiantes para la inauguración en la nueva Unidad Educativa Miguel Egas”, cuenta.
Como Lucía, otros padres se resisten a enviar a sus hijos a escuelas de otros poblados y al cierre del plantel, que pertenece al sistema de Educación Intercultural Bilingüe.
Pacha Terán, otra madre de familia, explica que iniciaron con cuatro alumnos, luego se sumaron 32 y ahora son 138. “Había escuchado que la fusión se realizaría solo en los planteles que tenían pocos alumnos o espacio insuficiente”. Por ello nunca pensó que esta escuela, que tenía cerca de 500 estudiantes y 3 hectáreas, iba a pasar por esa situación. Un panorama similar se vive en otras comunidades rurales de Otavalo, Cotacachi e Ibarra.
Desde hace dos años y hasta enero del 2014, se han fusionado 12 planteles educativos según datos de la Coordinación Zonal delMineduc. Eso pasó, por ejemplo, en la Unidad Educativa Alfredo Pérez Guerrero, de San Pablo del Lago, en Otavalo que absorbió a cuatro planteles educativos y hoy supera los 2 700 estudiantes.
Pero el malestar persiste en algunos padres de familia, sobre todo porque los menores tienen que movilizarse hacia otros sectores. Por ejemplo, los estudiantes de San José de la Bolsa, en Otavalo, deben cruzar la carretera Panamericana para asistir a clases en Quinchuquí.
El viernes último (9 de enero), representantes de los cabildos de las comunidades de La Bolsa, Peguche, Arias Uco, Quinchuquí y Agato, de Otavalo, se reunieron con Pedro Cabascango, director nacional de Educación Intercultural Bilingüe, quien explicó que se busca mejorar el sistema reemplazando las escuelas unidocentes (un solo profesor para varios niveles) por pluridocentes.
“La idea es aplicar un modelo, que cuente con sus propias mallas curriculares, y que conlleve la pertenencia cultural y la revitalización de la lengua”. Según el funcionario, este objetivo se ha dado a conocer a las nacionalidades Awá, Chachi y Kayambi.
Según el Plan de Reordenamiento Educativo , para el 2017 se espera tener 5 189 instituciones de calidad y con los servicios educativos requeridos. En el 2013, año en que se inició este proceso como política nacional, 19 023 instituciones educativas estaban distribuidas de manera desordenada y sin criterios técnicos, de acuerdo con el Mineduc.
Como estrategia para reactivar las actividades en la Unidad Educativa Peguche, los padres realizaron mingas para reparar los techos del inmueble, un requerimiento de las autoridades para el retorno de los alumnos.
Para Raúl Amaguaña, educador y presidente del Cabildo Kichwa Otavalo, el proceso de educación bilingüe falló porque se encomendó la tarea solamente a las organizaciones comunitarias, sin mayor apoyo de los gobiernos.
Para él, la fusión es un error. Señala, por ejemplo, que en la ciudad de Otavalo, cuya población es mayormente indígena, no hay una sola escuela de este tipo. Solo hay planteles hispanos.