La guardería prepara a los niños de ahora para el retorno a las aulas

Martín tiene 5 años y desde que tiene meses de nacido ha asistido a una guardería. Ahora se prepara para ingresar a primero de básica. Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO

Martín tiene 5 años y desde que tiene meses de nacido ha asistido a una guardería. Ahora se prepara para ingresar a primero de básica. Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO

Martín ya sabe escribir su nombre. Tiene 5 años y al hacerlo se toma su tiempo. Las ‘tías’ de su guardería fueron las encargadas de enseñarle. Se despidió del preescolar en mayo del 2014 y ahora en sus propias palabras va a ir a “una escuela de grandes” y sabe que va a aprender el resto de letras del alfabeto.

Hace un año, cuando entró a prekinder, no lloró. Tampoco le importó que sus papás no se quedaran con él. Estaba tranquilo e iba de buen genio. Fue fácil para Martín porque cursó el año previo al primero de básica en la guardería que lo acogió desde que tenía meses de nacido.

Ese día su mamá, María Gabriela, lo fue a dejar y las profesoras y sus compañeros lo recibieron “como en casa”. Fue un proceso tranquilo. Con la entrada al primer día de educación básica llega la transición. Martín deja su guardería de ‘toda la vida’ y se incorpora al ‘sistema’, a una nueva escuela. “Ahora va a ser uno más del montón”, dice su mamá.

Esto teniendo en cuenta que en la nueva escuela hay 25 alumnos por aula y siete paralelos en total. Por su edad, el pequeño no tiene conciencia de lo que este cambio implica.

Sin embargo, el psicólogo José Luis Ramírez, en un portal de Asesoría Psicológica, señala que es complicado que el niño deje de percibirse como el rey del hogar para convertirse en un niño más en el aula. Aun así, es una transición normal y natural.

A Martín parece no preocuparle el retorno a las aulas. Sabe que el lunes (8 de septiembre) el bus de su nueva escuela pasará por su casa a las 07:00 y nada más. Prefiere ignorar las preguntas y terminar de armar su rompecabezas de Phineas & Ferb o usar la computadora de su mamá para tomar fotos y grabar videos.

La que sí está preocupada por el porvenir del niño en un entorno totalmente diferente es María Gabriela. Aunque falta una semana (porque en la escuela se aplica el método de entrada escalonada) ella ya prevé que el lunes al salir de la casa y esperar que llegué el bus por su hijo tendrá que llevar una caja de pañuelos. Confiesa que “le va a dar mucha pena verlo irse solito” en el transporte escolar. Cuando ella tenía 5 años sus papás siempre la llevaban a la escuela y la retiraban.

En general, en la actualidad tanto papá y mamá están acostumbrados al desapego porque ambos trabajan y la jornada de sus hijos- desde edades tempranas- transcurre en una guardería. Lo mismo sucede con los niños, que por este antecedente afrontan de mejor manera el alejarse de sus progenitores a la hora de ir a la escuela.

Así lo explica la psicóloga Rocío Alarcón. “Los niños que estuvieron en guarderías desde muy pequeños conocen lo que es salir temprano en la mañana y llegar a casa en la tarde e inclusive en la noche”, afirma.

Martín tiene 5 años y desde que tiene meses de nacido ha asistido a una guardería. Ahora se prepara para ingresar a primero de básica. Foto: Vicente Costales/ EL COMERCIO

La nueva escuela de Martín, por su parte, tiene preparado un ‘plan’ para acostumbrar a los niños a la rutina de primero de básica, lo que no solía ocurrir hace algunos años. De esta manera, durante las dos primeras semanas, los pequeños estudiantes atraviesan un horario de adaptación para luego cumplir con el itinerario ‘normal’ que en su caso se extiende hasta las 16:00 por la modalidad de deberes dirigidos.

Cuando los niños tienen entre 4 y 6 años, como sucede con Martín quienes están más involucrados con el proceso previo al regreso a clases son los padres. María Gabriela descargó la lista de útiles del portal web de la escuela y compró todo el material necesario a inicios de agosto. Su hijo no la acompañó, y aunque sabe que tiene nuevos cuadernos, lápices y libros no demuestra estar emocionado por eso.

La institución educativa da la posibilidad a los padres de familia de obtener los útiles escolares por su parte, en los diferentes locales especializados, o adquirir un ‘kit’ según el grado que preparan con antelación.

De los uniformes se encargó el papá, Víctor. En esa ocasión el niño fue con él para asegurarse de adquirir las tallas adecuadas.

En los días previos al inicio del año lectivo María Gabriela intenta preparar a Martín para el panorama desconocido que le espera. Lo que le va a costar bastante es levantarse temprano. Eso es lo más difícil para los niños de ahora dice la psicóloga Alarcón. En la actualidad las escuelas entran más temprano que antes, lo que significa que los pequeños tienen que romper los esquemas a los que estaban acostumbrados.

Asimismo, como estudiante de primero de básica tendrá que lavarse los dientes solo, servirse el ‘lunch’ solo, alistarse solo para ir a clases y aprender a defenderse, cuenta María Gabriela sentada en un sillón de la sala de su departamento, mientras que Martín- absorto- intenta armar por segunda vez su rompecabezas de Phineas & Ferb.

“Mi chiquito se va a enfrentar a la jungla”, suelta finalmente la madre. El niño, entretanto, ya encontró una nueva distracción. Sentado junto a su papá en una mesa en la cocina juega en la computadora. A la sala llega el ruido de su ‘parloteo’ alegre.

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