Introducción:
Miriam Triviño es de esas personas que le ponen buena cara a la vida, incluso cuando viene con el viento en contra. Para ella no hay problema que no tenga solución; por eso ha salido airosa y con buen ánimo del coma de su hermana, de su maternidad en solitario, de los achaques de la vejez de sus padres… Periodista, más que de formación (aunque también) de vocación, durante 18 años Miriam trabajó en diario La Hora, en Santo Domingo de los Tsáchilas; hace dos años cambió de rumbo, y hoy dirige la comunicación de la Prefectura de esa provincia. Extraña escribir y por eso sabe que volverá algún día a su querencia inicial. Cuando lo dice, sonríe.
Testimonio:
Somos tres hermanos, yo soy la del medio; los otros dos se casaron y yo me quedé con mis papás. Nunca me he separado de ellos por un tiempo largo. Los adoro.
Mi hermana se quedó viuda, con dos hijos, hace 8 años, porque asesinaron a su esposo. Luego de eso ella trabajaba, tenía su vida independiente, pero hace dos años cayó en coma porque le dio un derrame cerebral justo el día en que dio a luz a su tercer bebé y estuvo tres meses hospitalizada (un mes en coma). Los médicos no le daban esperanzas de vida.
Los primeros tres meses no descansé un solo día (trabajando y ayudando a cuidar a su hermana y a su sobrino recién nacido). El bebé se vino con nosotros a los 5 días de nacido y durmió los seis primeros meses conmigo. Yo lo siento como si fuera mi hijo. Y mi hermana, gracias a Dios, se fue recuperando poco a poco, creo que por sus tres hijos y por esas ganas que tiene de vivir. Ahora está bastante recuperada; ya camina, se mueve, tiene un problema en la parte izquierda del cuerpo, pero ya está recuperada. No pudo volver a trabajar, entonces yo me hago cargo de ella y de sus tres hijos.
Mi padre es diabético, y le amputaron una pierna; mi mamá tiene hipertensión y ahora un problema en las rodillas que casi le impide caminar. Mi casa es un rebulicio (lo dice sonreída); antes éramos cuatro, ahora somos ocho. Talvez extraño un poco el orden. Y sí, ahora hay más desorden, pero me encanta, porque yo llego a mi casa, cansada, a las ocho o nueve de la noche y mi sobrino (de dos años) sale a recibirme y es una locura.
No sé por qué me llegó esta responsabilidad, pero yo la asumo bien. No me agobio, nunca reniego. Yo digo: Dios les puso (a sus sobrinos y a su hermana) en mi vida por algo. Solo le pido a él que me dé salud y trabajo, porque sin salud y sin trabajo sería difícil ayudarles. Siempre pienso: Si me pasa algo a mí, qué va a ser de ellos. Por eso les inculco a mis sobrinos y a mi hija que estudien, que se preparen, trato de que cada uno vaya haciendo su futuro.
Mi vida siempre ha tenido horarios muy complicados, entonces para mí tener una relación es difícil. Pero desde hace 6 años tengo un novio que vive fuera del país. Y para mí es la relación perfecta, ideal para esta etapa de mi vida; porque si tuviera aquí una pareja sería difícil. Por ejemplo, ayer llegué a mi casa a las 03:00 y así… es una vida superintensa. Estoy a cargo de mis padres, de mi hija, de tres sobrinos y de mi hermana que viven conmigo, que demandan tiempo.
Además yo soy hogareña; trato de estar en la casa con mis padres, mis sobrinos, mi hermana y mi hija, que es mi vida. Alrededor de ella ha girado mi vida los últimos 15 años; es la gran bendición que Dios me dio.