El presidente Rafael Correa anunció el derrocamiento de edificios del Centro Histórico de Quito: Dirección de Salud de Pichincha, Pasaje Amador, Registro Civil e Infa para construcción de parques.
Las decisiones de “cercenar” la trama urbana del Centro Histórico a través de derrocamiento de edificios, es inconveniente para el resguardo de la estructura urbana colonial de la ciudad, la cual tiene características de continuidad, unidad y armonía, con edificaciones que generan secuencias de vías y manzanas a través de muros de bordes definidos sobre línea de fábrica. La demolición de edificios para crear parques pondría en riesgo el modelo de damero romano implantado en 1534 avalado por las Leyes de Indias, que organizó la estructura urbana de origen hispánico de la ciudad de San Francisco de Quito. Las plazas en el modelo son espacios horizontales de uso público en contraposición con el lleno de las manzanas y se sitúan al frente de edificios de jerarquía: sedes religiosas, políticas y centros de gestión.
La eliminación de edificios vaciando el lote dejará incompleta la trama urbana y la manzana con hueco: “paquiventana” como los niños que mudan los dientes; sin considerar posibles problemas estructurales como en el muro norte del convento de San Agustín donde se ubica el Registro Civil, que por la diferencia de nivel podría afectar el complejo patrimonial.
El Infa y el pasaje Amador obtuvieron premio ornato (1965) (1956) y todos los edificios del CHQ están inventariados ¿Es importante respetar el inventario? La Dirección de Salud y el Registro Civil podrían carecer de valores estéticos, pero hoy, cuando es necesario ahorrar recursos, respetar entornos, valorar procesos históricos y asentamientos y proveerles de nuevos usos, ¿no es más conveniente el reciclaje en vez de desperdiciar recursos y echar dinamita? Actuemos apoyados en criterios técnicos, en procesos históricos/culturales y económicos para tomar decisiones y a favor de la actitud contemporánea que recicla, reutiliza, revaloriza con nuevos usos. Digamos NO a la cultura del desperdicio y de la destrucción.
El reto del siglo XXI es reciclar obras que tienen inversión en recursos económicos, humanos, de materiales, soportes. Lo creativo es equiparlas con nuevas pieles, materiales eficientes, livianos, descontaminantes, uso de energías limpias. Se podría perforar entrepisos, reforzar estructuras, mejorar condiciones de iluminación y ventilación, sustituir redes por sistemas inalámbricos y de bajo consumo. La destrucción no es la respuesta. La reconstrucción es la respuesta para enfrentar los desafíos del diseño arquitectónico y urbano en Centros Históricos. La destrucción impide pensar en complejo… La respuesta es ser constructivo, creativo e innovador. Ese es el desafío contemporáneo.