Desde las 10:30, si el viento es favorable para los turistas, el recorrido en un parapente se iniciará desde la montaña más elevada de la comuna San Pedro y será emocionante. Pero si hay poco viento, los clientes de José de los Santos, el piloto más antiguo de la zona, disfrutarán menos.
Según el instructor, el sector de San Pedro es uno de los más privilegiados geográficamente. Los pilotos, para hacer su trabajo, no se basan en los pronósticos de los expertos sobre las condiciones meteorológicas porque “con frecuencia no son acertadas”, prefieren usar su propio medidor, un anemómetro, aparato que sirve para calcular el viento. Entre 18 y 20 kilómetros por hora es la velocidad mínima para un paseo. Pero entre 25 y 40 kilómetros por hora, habría un viaje más emocionante.
María Silva y Yuri Curiñacu, chilenas de 29 años, prefieren la segunda opción. Dejaron su país para aventurarse por las costas de Ecuador. Subir al parapente no estaba en sus planes, pero llegaron para divertirse.
El proceso para elevarse no es complicado. Lo más difícil podría ser tomar la decisión de volar. El instructor acomoda el parapente en la pista de vuelo, revisa cuidadosamente las cuerdas que lo sujetan. La primera medida de seguridad: hay que cerciorarse que no estén enredadas. El piloto le coloca los implementos al viajero y junto a él emprenden el vuelo.
La sensación de vacío no es la característica de este deporte. Es conectarse con la naturaleza. Esas sensaciones se mezclan en San Pedro -reconocida por la buena comida-, que está a dos horas de Guayaquil.
Los habitantes de esta población, en su mayoría pescadores, tienen sus pangas al pie de la casa y viven del turismo. Ellos coinciden en nombrar a Oliver como el que puso en alto el nombre de la comuna.
¿Quién es Oliver?
Ese reconocido personaje para los nativos llegó desde Suiza hace 13 años y fue quien impuso el parapente como actividad de aventura. El extranjero vivió primero en Montañita, pero durante su recorrido por las playas, se encontró con un acantilado y escogió San Pedro para realizar este deporte. Su estadía duró tres años. A su partida dejó al pueblo dos regalos: sus equipos de vuelo y sus enseñanzas. José de los Santos fue su mejor estudiante.
- Casco Es obligatorio ponerse. Hecho de fibra de vidrio para protegerse en caso de golpes.
- Arnés Son ultraligeros y pesan menos de 2 kg, son los preferidos de los instructores.
- Silla Resiste 220 kilos y está revestida con fibra de vidrio, fibra de carbono y plástico.
- Anemómetro Aparato meteorológico que se usa para medir la velocidad del viento y del clima.
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