Casi al final de un ciclo político de ocho años, en que dos presidentes debían alternarse en el poder, el líder máximo de AP, el movimiento del gobierno, ha llegado a la conclusión de que renace una posición conservadora para retornar al poder.
A propósito, se han reunido en Quito, tres docenas de dirigentes, en el “Encuentro Latinoamericano Progresista” los días 29 y 30 de septiembre. Se ocultó la ubicación socialista que ellos tienen en 35 países latinoamericanos, por un nominativo genérico “el progresismo”.
Fue una presencia muy amalgamada, porque el coronel Hugo Chávez, creador del socialismo del siglo XXI inspirado por la experiencia cubana de Fidel Castro, es quien extendió ese nuevo credo en varios de aquellos países, donde la permanencia vitalicia en el poder es el elemento básico que pregonan y lo practican con reformas constitucionales. Lo confirman Nicaragua y Bolivia, su autor y líder venezolano lo hizo hasta que murió, después de 15 años de ejercicio. Esa alucinación la continúa Nicolás Maduro, después de un triunfo seriamente cuestionado por Henrique Capriles. Han quedado algunas estrellas del fracaso que trascienden al mundo: la inflación más alta cercana al 74%, y la escasez alimentaria y de medicinas. Pero es necesario anotar que Quito inaugurará la sede de la Unión de naciones sudamericanas-Unasur, uno de los primeros proyectos de Chávez.
Ha sido más claro en esta ubicación, el dirigente de AP Carlos Marx Carrasco, antes en la máxima jerarquía del SRI, y hoy como ministro de Relaciones Laborales. “Yo creo que los principios del socialismo se conservan, pero estamos avanzando en la construcción del socialismo del siglo XXI… si se consolida la justicia social, los que somos de izquierda nos volveremos conservadores, para conservar la paz y la justicia social. Pero estamos en pañales todavía”.
Dentro de este esquema populista de ejercicio del poder, rotulado como revolucionario, se ha ignorado y ocultado el evidente fracaso de la Unión Soviética y sus países satélites europeos liberados en 1989. En todos se retornó a las bases del capital privado personal, y la devolución de todas las empresas estatales de producción y comercio. Sin embargo, como fruto maduro del fanatismo ideológico asimilado, se intenta readecuarlo a procesos políticos de aparente lucha contra el tenebroso imperialismo de los Estados Unidos, de apoyo a ciertos países árabes, y de simpatía al califato islamista. La condición ineludible es: mantenerse en el poder mientras el líder originario viva, o trasladarlo a la persona que él elija.
Felizmente, actúan en esos “países revolucionarios”, a más de los factores internos del endeudamiento para décadas, en base a la explotación de recursos naturales no renovables, otros regionales, como en Brasil, la toma del poder del PSDB-partido socialdemócrata de Aécio Neves, en Argentina el fin del largo ciclo de los esposos Kitchner, en Venezuela la alborada democrática, que será factor decisorio para el colapso de Cuba. ¿Antes o al 2017, qué pasará en Ecuador?