El Tiempo, Colombia, GDA
Siempre asocié los carnavales con la música del trópico. Cumbia y merecumbé. Salsa y samba. Merengues y vallenatos. En alguna ocasión gocé del bajo de Oscar de León, en vivo. He participado en danzas del garabato. Y tengo recuerdos de una madrugada memorable bailando en busca de mis zapatos blancos. ¿Dónde están?
Asociar de manera exclusiva la música de Carnaval con sones tropicales apenas pudo ser fruto de mi ignorancia. O del parroquialismo. Venecia, la capital histórica del Carnaval, está lejos del Caribe y la ciudad italiana, entre varios eventos, celebra con Las cuatro estaciones, de Vivaldi, como en el siglo XVIII. Mozart estuvo en sus carnavales en 1771.
Salí de mi ignorancia y del parroquialismo gracias a la tarea que me asignara Heriberto Fiorillo de inaugurar recientemente el Carnaval Internacional de las Artes en Barranquilla. Al indagar en Google, descubrí nombres y piezas de música clásica que nunca había asociado con el Carnaval. Por supuesto que no debería sorprendernos.
Cuando hoy se habla de Carnaval en el mundo tal vez las imágenes dominantes son las de Río de Janeiro, mientras en Colombia pensamos en Barranquilla o Pasto. Pero el Carnaval es una fiesta legendaria, extendida en casi todo el mundo católico y en algunas regiones protestantes también.
Hay, por ello, costumbres afines en los distintos carnavales del globo, en sus vestuarios y comparsas, y en algunos de sus ritos, así varíen los símbolos. La tradicional danza de cabezones en Barranquilla se inspiró en los carnavales de Alemania, donde sus grandes cabezas suelen ser representaciones de sátira política.
Quizás las expresiones musicales, particulares a cada cultura, sean las excepciones a este carácter transnacional y hasta universal del Carnaval.
Pero el Carnaval ha sido “fuente inagotable de inspiración musical”, incluida música clásica, como observó Francisco de Gálvez, director de la Sinfónica de Málaga al inaugurar allí su Carnaval en el 2008. En el siglo XIX, el Carnaval romano inspiró por lo menos el Capriccio Italienne, de Tchaikovsky, y una obertura de Berlioz. A su turno, el Carnaval madrileño del 2013 se inspiró en música clásica, con desfiles dedicados a los bicentenarios de Wagner y Verdi.
Carnaval es el nombre de una pieza del compositor alemán Robert Schumann, que ha sido descrita como “una expresión poética del espíritu del Carnaval”. Veintiún movimientos de piano se combinan para producir, según Lawrence Kramen, una “metáfora” de estas fiestas, con sus gestos y fantasías. En 1839, mientras estaba en Viena, centro festivo de Europa, Schumann comenzó a componer otra obra para piano, Faschingsschwank aus Wien –Escenas del Carnaval desde Viena–.
Pocas obras clásicas inspiradas en el Carnaval han gozado la popularidad del Carnaval de los animales que Camille Saint-Saëns compuso en 1886. Paradójicamente, Saint-Saëns prohibió que su obra se presentara en público mientras vivió, pues creía que arriesgaba su fama. Solo volvió a tocarse en 1922, y hoy es famoso por aquel Carnaval que, en su momento, llamó “un chiste musical”.